Esta distinción entre regímenes autoritarios y totalitarios la había
establecido el politólogo español Juan Linz, profesor de Yale, EEUU, y
había sido adoptada por el Departamento de Estado de aquel país para
justificar su apoyo a gran número de regímenes caudillistas
latinoamericanos, indicando que no eran totalitarios y que, por lo
tanto, tenían el potencial transformador en regímenes democráticos, cosa
que no ocurría con los regímenes totalitarios tales como los regímenes
comunistas, que no eran reformables y, por lo tanto, eran dignos de todo
tipo de oposición.
Y el mismo Sr. Linz (español procedente de una familia militante de la
Falange, el partido fascista español) negaba que el régimen español
fuera totalitario y todavía menos fascista. Según él, el régimen
liderado por el general Franco era autoritario pero con el tiempo fue
cambiando, dando origen a un régimen democrático. Según este autor,
aquel régimen liderado por el General Franco tuvo muy poco de fascista,
pues la Falange (el partido fascista) fue una fuerza política con poco
peso sobre el aparato del estado. Debido a la enorme influencia del Sr.
Linz en las ciencias políticas españolas, esta visión fue ampliamente
aceptada no solo por la comunidad académica sino por la cultura
mediática y política dominante, de manera que incluso las izquierdas la
aceptaron. Pocos líderes de izquierda se refieren a aquel régimen como
fascista. A lo único a lo que se llega es a aceptar que puede que el
régimen fuera fascista al principio, pero luego, con la llegada de los
tecnócratas del Opus Dei a la gobernanza del país, el régimen cambió.
¿Qué es fascismo?
Veamos ahora los datos. El profesor Malefakis, Catedrático de la
Universidad de Columbia en Nueva York, y uno de los mayores expertos
sobre el fascismo europeo, ha definido las características del fascismo
(según él, ocho) de manera tal que si un régimen político las tiene
entonces es –según él- un régimen fascista. Veamos cuáles son y si el
régimen que existió en España tuvo cada una de ellas, señalando la
evidencia que lo avala.
Conforme al Profesor Malekafis, un régimen era fascista si:
1. estaba dirigido por un hombre presentado por el régimen como
superhumano. Evidencia: el régimen dictatorial español presentaba a
Franco como “Caudillo por la Gracia de Dios”. Yo no soy creyente, pero
entiendo que es difícil alcanzar un nivel superior para un ser humano
que el ser nombrado a dedo por Dios, dotándolo de características
superhumanas. El hecho de que Franco fuera, en realidad, un personaje de
gran mediocridad es irrelevante. El régimen lo presentó como
superhumano;
2. este caudillo superhumano utilizó a un partido, creado antes del
régimen, que le ayudó a tomar el poder y establecer su liderazgo en los
distintos aparatos del Estado. Evidencia: dicho partido se llamó la
Falange, partido creado e inspirado por el Partido Fascista Italiano,
tal como reconoció su propio fundador, José Antonio Primo de Rivera;
3. este partido tiene que tener una ideología nacionalista extrema, con
deseos imperialistas, con un canto a la fuerza militar y a la fuerza y
masculinidad en general. Evidencia: esta fue la ideología que transmitía
el régimen a través del partido;
4. tiene que tener pleno control de todas las instituciones mediáticas
creadoras de opinión con fines propagandísticos, desde la radio, la
prensa, las escuelas, las universidades. Evidencia: el dictador nombraba
a dedo a todos los directores de todos los canales radiofónicos o de
televisión, diarios y cualquier institución transmisora de información y
persuasión;
5. este control tiene que tener como objetivo el de transmitir la
ideología del régimen con el fin de crear una nueva mentalidad y un
nuevo tipo de sociedad. Evidencia: esa ideología era un nacionalismo
españolista extremo y un catolicismo profundamente reaccionario. Tanto
el nacionalismo como el catolicismo son ideologías totalizantes que
invaden todas las esferas del ser humano, desde la lengua hasta el sexo.
En realidad, es difícil encontrar una ideología menos totalizante que
el nacionalcatolicismo, que fue la ideología propia e impuesta por el
régimen en todos sus medios de información. Desde la lengua que la
población debía hablar hasta como realizar el sexo (dos esferas de
máxima intimidad) estaban normatizados en aquel régimen, con sanciones
(torturas, cárcel, asesinato y/o exilio) en caso de no cumplimiento;
6. el régimen debe intentar romper con un orden anterior para crear uno
nuevo. Evidencia: el régimen dictatorial intentó no solo romper sino
eliminar cualquier institución republicana, a la cual consideró como
anti-española. Su objetivo era crear una sociedad opuesta a la sociedad
democrática, laica y republicana, a la que intentó erradicar;
7. el régimen debe presentarse como creador de una sociedad nueva.
Evidencia: el objetivo explícito de aquel régimen fue alcanzar este
objetivo de desarrollar una sociedad nueva, opuesta a la anterior
republicana, con un imperialismo extremo, regida por una cultura
religiosa liderada por la jerarquía católica profundamente reaccionaria,
subordinando todas las instituciones económicas, sociales y políticas a
este objetivo;
8. el régimen debe basarse en tener una alianza con grupos de poder
económico y otros, subordinados al estado, que sirvan al poder
totalizante. Evidencia: en España, todos los poderes y grupos fácticos,
desde la Iglesia y el ejército hasta las grandes empresas y bancos y los
grandes terratenientes, apoyaron al régimen, beneficiándose enormemente
por ello;
Estas son, pues, las ocho categorías que Malefakis considera necesarias y
suficientes para que un régimen fuera definido como fascista. Ahora
bien, yo creo que estas categorías son incluso insuficientes (para
expandir en este punto ver mi libro El subdesarrollo social de España,
2006, pp. 127-145). Hay que añadir tres que se encontraron en el nazismo
alemán y en el fascismo italiano:
9. el régimen debe ser racista. Evidencia: el régimen dictatorial
español justificó la conquista de América Latina y el imperio que se
estableció en una supuesta superioridad de la raza española. De ahí que
el Día Nacional (día que celebraba el imperio) se conocía como el día de
la raza;
10. el régimen debe negar que el mundo empresarial y el mundo del
trabajo tengan intereses contrapuestos. Evidencia: el régimen
dictatorial negó la existencia de la lucha de clases, de donde deriva el
establecimiento de los sindicatos verticales, en los que se incluía al
empresariado y a los trabajadores;
11. el régimen debe ser profundamente anticomunista. Evidencia: el régimen se caracterizaba por su anticomunismo.
Argumentos en contra de la definición de aquel régimen como fascista: sí que lo fue pero solo al principio
Presentados con la evidencia de que el régimen dictatorial reunía estas
once características, han aparecido toda una serie de contraargumentos
(a los que contesto en el libro citado anteriormente) entre los cuales
el que se repite más frecuentemente es que, aun admitiendo que el
régimen pudo reunir estas características al principio, dejó de tenerlas
pronto. La Falange, por ejemplo, excepto en la primera etapa de gran
represión, fue perdiendo poder, cambiando la naturaleza del estado,
dominado en su última etapa por los tecnócratas del Opus Dei. Este
argumento ignora varios hechos. Uno, la complicidad del Opus Dei con la
Falange y su reproducción del nacionalcatolicismo. Es más, la simbología
fascista y su parafernalia continuaron hasta el último día de la
dictadura. En la entrada de cada pueblo de España aparecía el símbolo
fascista, junto con el nombre del pueblo. Y ello hasta 1978. También
hasta esta fecha se requería juramento de lealtad al Movimiento Nacional
(que tenía desde el uniforme hasta el saludo, el fascista) a todos los
funcionarios públicos. Y así una larga lista de hechos.
El hecho de que en las últimas etapas la nomenclatura que controlaba el
estado no fuera o no creyera en el fascismo es irrelevante. Tampoco la
nomenclatura que controlaba el aparato burocrático en la URSS creía en
el comunismo y en cambio se le llamó hasta el último día régimen
comunista. En ambos casos, la nomenclatura eran personalidades que no se
adherían a ninguna ideología, defendiendo solo y exclusivamente sus
intereses personales (desde el Rey hasta Suárez, jefe del Movimiento
Nacional). Pero ello no previene que se debiera definir a aquel Estado
como fascista, pues todos sus símbolos así lo fueron.
Otro argumento que se ha utilizado en contra de definir aquel régimen
como un régimen fascista fue la existencia de otros grupos y fuerzas
políticas que competían con la Falange en su influencia sobre el Estado.
En realidad, varios autores han considerado la Falange como un partido
con escasa influencia. La evidencia muestra, sin embargo, lo contrario.
La ideología dominante de aquel régimen reunía cada una de las once
características definidas en este artículo. En cuanto a la pequeñez de
la Falange, ignora que un partido o fuerza política puede ser de escaso
tamaño y en cambio, su ideología, puede ser la hegemónica en el país.
Los partidos liberales hoy en Europa son minoritarios y, en cambio, el
neoliberalismo es hegemónico en Europa.
Por qué se quiere negar el carácter totalizante de aquel régimen
Una última observación. El lenguaje no es inocente. La narrativa oficial
es siempre la que es promovida por la estructura del poder de un país, y
lo mismo ocurre en España. Negar el carácter totalizante del régimen
dictatorial, su nacionalcatolicismo, el ingrediente central del fascismo
español, tiene una función política de enorme importancia, como podemos
ver hoy. Las contrarreformas que está llevando el gobierno del Partido
Popular y la ideología que lo sustenta tienen sus raíces históricas en
el fascismo español. La obvia falta de cultura democrática del PP, su
intento de recuperar un nacionalismo extremo, su negación de la
plurinacionalidad de España, su represión de la clase trabajadora con
pérdida de derechos laborales, sociales y políticos, su estrecho ligamen
con los grupos fácticos y poderes económicos, sus contrarreformas
educativas para generar “élites superiores” que gobiernen el país, su
profundo nacionalcatolicismo, son todo ello reliquias del fascismo que
caracterizó aquel Estado. No estoy, naturalmente, indicando que el PP o
su cultura sean fascistas, pero sí que estoy subrayando que partes de
esta cultura son heredadas del régimen fascista. Y soy consciente de que
cuando lo defino como fascismo en lugar de franquismo, se generará una
respuesta de hostilidad, no solo por parte de las fuerzas conservadoras
españolas sino también incluso por parte de algunas izquierdas que ven
el término fascismo como “excesivamente fuerte”. Y ahí está el problema.
Viendo a aquel Estado como meramente autoritario no se dan cuenta de la
continuidad de la ideología que todavía hoy rige el establishment
conservador con la existente en aquel régimen dictatorial que
científicamente puede demostrarse que fue de una ideología totalizante
fascista.
VICENÇ NAVARRO
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universitat Pompeu Fabra.
Fuente: www.vnavarro.org
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