Las dos Españas
que se batieron en la Guerra Civil eran dos bloques de derechas e
izquierdas en las elecciones de febrero de 1936 apenas separados por
unos cientos de miles de votos. Sólo el alzamiento militar optó por
el desempate con las nefastas consecuencias a día de hoy de todos
conocidas. Bien es verdad que la división política trascendía el
ámbito simplista de derechas e izquierdas. En las derechas estaban
los de la Izquierda Republicana, Socialistas, Esquerra, Comunistas,
Partido sindicalista, POUM, Izquierda Independiente. Total 278. Eran
el Frente Popular. En el centro, Grupo de Portela, Nacionalistas
Vascos, Radicales, Progresistas, Grupo de Maura, Demócratas
Liberales y Federalistas. Total 40. Por la derecha, CEDA, Agrarios,
LLiga, Renovación Española, Carlistas, Monárquicos Independientes
y Conservadores Independientes. Total 131. Ganó el Frente Popular
por 200.000 votos.
El Frente Popular
llegaba con un programa de mínimos limitado a la amnistía de los
presos políticos, a la reintegración de los represaliados a sus
puestos de trabajo, a la vigencia y aplicación de la legislación
republicana suspendida, a la rectificación de salarios y
arrendamientos, la ocupación de fincas por utilidad social y algunas
que otras reformas.
Pero desde la
misma Constitución de la II República los conspiradores habían
aprendido mucho sobre las razones del fracaso del golpe de 1932. La
conspiración se hallaba muy lejos de los planteamientos
decimonónicos de aquel pronunciamiento. Ahora iban en serio.
J.A. Primo de
Rivera en la Carta escrita a los militares españoles, en Mayo de
1936, decía que “el que España siga depende de vosotros”.
Antes en 1935 había dicho que “nuestro deber es ir, por
consiguiente y con todas las consecuencias, a la guerra civil”. En
el otoño de 1935 el general Goded le dijo a Alcalá Zamora que “el
ejército no podría aceptar o consentir que el poder fuera a manos
de las izquierdas más o menos extremistas”. En la primera semana
de Marzo de 1936 en una reunión de generales (Mola, Varela,
Villegas, Rodríguez del Barrio, Saliquet y Franco) se acordó un
alzamiento que restableciera el orden en el interior y el prestigio
internacional de España.
En el bloque
nacional, gran número de jefes militares, la mayoría agraria de los
sectores patronales, los banqueros, los fascistas, la Iglesia, los
carlistas. El orden frente al caos. Había que salvar la Patria del
enemigo interior y sus alianzas exteriores. En 1935 la CEDA decía
que “o Acción Popular acaba con el marxismo o el marxismo aplasta
España. Aplastemos el marxismo, la masonería y el separatismo para
que España prosiga su ruta inmortal. No cabe diálogo ni connivencia
con la anti-España. O ellos o nosotros”.
La izquierda
mientras tanto lo único que tomaba por asalto eran la siega y las
reasignaciones de yunteros. Y las leyes. Proyecto de ley de rescate y
readquisición de bienes comunales y propios de los pueblos. Pedían
tierra, libertad y trabajo. Ley de Bases de la Reforma. Se
evidenciaba la división entre proletarios y quienes se resistían a
ser proletarizados. El 10 de julio mientras se votaba el artículo
primero de la ley de bienes comunales volaba el Dragon Rapid a las
Palmas de Gran Canaria.
Los viejos
aparatos del Estado no habían sido reformados. El único que
entendió la guerra civil como el fin de la República fue Azaña. El
15 de abril de 1936 decía que “el fenómeno al que asistimos hoy
en España es el ascenso al poder de nuevas clases sociales que hasta
ahora estuvieron desprovistas de él. Nuestro deber es acercarse a
ese fenómeno para organizar de nuevo la democracia española.
Nosotros no hemos venido a presidir una guerra civil; más bien hemos
venido con la intención de evitarla; pero si alguien la provoca, si
alguien la mantiene, si alguien la costea, nuestro deber, señores
diputados, tranquila y sonrientemente, estará siempre al lado del
Estado republicano”.
Los viejos
antagonismos y los problemas subyacentes en la sociedad española
emergían de forma imparable, y la mecha que como sabemos había
sido encendida desde el inicio de la Constitución de la República
estaba a punto de detonar el polvorín.
En uno de los
lados se alineaban los más poderosos grupos sociales y cuerpos
institucionales, los grandes intereses agrarios y financieros, la
Iglesia prácticamente en bloque, la mayor parte del Ejército y la
ayuda exterior. Al otro lado el proletariado más o menos
evolucionado, las pequeñas burguesías progresistas, el campesinado
no mesetario, intelectuales, científicos y artistas en una gran
mayoría, algunos militares y un apoyo exterior exiguo y ralentizado.
La revolución
española estaba a punto de empezar anegada en sangre. El holocausto
español comenzaba el 18 de Julio de 1936. Sus ecos nos llegan 80
años después dejándonos tan perplejos como debieron estar nuestros
compatriotas entonces.
Presidente
FORO CIUDADANO
PARA LA RECUPERACIÓN DE LA MEMORIA HISTÓRICA DE ANDALUCÍA