Los Despachos.

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miércoles, 4 de enero de 2012

La Verdad y el Camino.

LA BÚSQUEDA DE LA VERDAD.


Cuanto más te encumbres, más gordo será el batacazo.

Cuando los generales desfilaban victoriosos por las calles de Roma, detrás del carro iba un siervo repitiendo la frase que encabeza este escrito:

¡Mira tras de ti! Recuerda que eres un hombre.

¿Cuántos de los libros que alberga la Biblioteca Nacional pasarán a la posteridad?

De cuantos escritores han sido a lo largo de los tiempos, solo unos pocos han llegado a nuestros días. De los músicos, podemos decir lo mismo. De cualquier rama del desarrollo humano podemos decir lo mismo.

Los desarrollos científicos se suelen ir basando en descubrimientos anteriores, la propia ciencia va dotando de instrumentos para seguir avanzando. Pero de vez en cuando surge un genio que revoluciona todo planteamiento científico; llámese Galileo Galilei, Isaac Newton o Albert Einstein.

Junto al avance científico hay que ir acomodando doctrinas de las llamadas humanas. Son todas aquellas que se basaron en apreciaciones científicas como por ejemplo la teoría heliocéntrica. Como es natural, no ha sido ni es fácil que los que se apoyan en estas para mantener su primacía lo acepten sin poner traba alguna. Eppur si muove. A Charles Darwin le preguntaron si era mono por parte de madre o de padre. No hay que remontarse a épocas lejanas para comprobar estos asuntos:

- El creacionismo que viene principalmente de los USA, niega la evolución cuando está totalmente demostrado que ha sido de esta y no de otra manera. Detrás, está la destrucción de la tierra para beneficio de unos pocos terroristas climáticos.

– En las tres grandes religiones monoteístas se habla de creacionismo sin que sus integristas dirigentes den su brazo a torcer.

Resulta hasta chocante que aquellos que están contra la clonación pretendan crear clones suyos hasta el infinito.

El mayor halago que se puede hacer a una persona es decir que el hijo se le parece. Porque en los hijos perpetuamos nuestra estirpe. Plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro. Las dos primeras cosas son fáciles de hacer, la tercera, no tanto; esto no quita para que haya mucho ignorante atrevido. “Solo sé que no sé nada”, dijo Sócrates, el sabio por excelencia. ¿Es acaso la humildad cosa de sabios?

“Si, tan solo que te apartes porque me tapas el sol”, dijo Diógenes el cínico a Alejandro III de Macedonia, el Magno. La vida de perro fue la preferida por el filósofo y no la de rey.

Los grandes filósofos nos son príncipes, Sócrates pensaba que podía servir a su pueblo desde la filosofía más que desde la política. ¿Quiénes pueden hablar ex cathedra?

Hay profesores de filosofía que dicen que lo son si alguien les llamara filósofo. Y es que estas personas no se consideran filósofos, esto es así porque se limitan a transmitir un pensamiento filosófico heredado. Unos lo hacen desde la modestia y otros desde la falsa modestia. Hasta tres veces rechazó Julio César la corona de emperador que le ofrecía Marco Antonio; pero no lo hizo desde la humildad, él se sabía querido por el pueblo y de hecho reinó como si emperador fuera. Que no quepa duda de que lo que si era y es: un manipulador.

“¿Dices esto por ti mismo o te lo han dicho otros de mi?”, preguntó Jesús de Nazaret a Poncio Pilato.

Para responder a esta pregunta tenemos la sabiduría popular: “Cría buena fama y échate a dormir”. O mala, que también vale para esto; solo que la mala fama quizá no te permita echarte a dormir.

Recordemos que Julio César fue asesinado. “¿Incluso tú, hijo mío?”.

Para condenar a muerte a Sócrates, se dijo que pervertía a la juventud. Lo cierto y verdad es que lo que hacía Sócrates era obligar a pensar (cosa esta que está vedada en nuestros días). A este método se denomina: mayéutica.

Sócrates fue maestro de Platón y este de Aristóteles.

Alejandro III de Macedonia, el Magno, tuvo como maestro a Aristóteles. ¿Acaso hubiera tolerado la impertinencia de Diógenes el cínico si no hubiera tenido a semejante maestro?

Deberemos reconocer quiénes somos y aprender de aquellos que saben muchísimo más que nosotros. “Procura instruirte mientras vivas; no creas que la vejez trae consigo la razón”; Solón, poeta, político y legislador griego; uno de los siete sabios de Grecia (presocráticos).

Se dice que es de sabios reconocer los errores; pero si reconocido el error no se enmienda en el planteamiento, ¿de qué nos sirve?

Cuando partimos de una hipótesis, pasará a ser tesis cuando entre en discusión; y solo de la discusión podrá salir la aplicación empírica.

Aprehender, aprender y conocer.

Primero tomaremos un postulado, luego, mediante el aprendizaje, llegamos al conocimiento. Pero si no tenemos la capacidad receptiva y el reconocimiento hacia quienes encomendamos el juicio, no podremos llegar al conocimiento.

Hay que beber de la fuente.

Para beber de la fuente, muchas veces, será tarea costosa; lo fácil es tomar el agua embotellada, pero es que el agua embotellada casi siempre lleva una etiqueta. Cuando se bebe de la fuente, el agua es pura y reconfortante. Y esto es así porque el llegar a ella ha sido costoso y ese sorbo es el premio que se recibe.

La fuente seguirá manando para que otros puedan beber de ella. El problema del agua embotellada es que tiene un carácter finito.

Decíamos antes que Sócrates fue maestro de Platón y este de Aristóteles. Si nos damos cuenta, cuando pensamos que tenemos resuelto el asunto con la lectura de los aportes de un estudioso, aparece que este a su vez contempla los postulados de otro u otros; para completar el estudio, tendremos que ir a otro anterior y así sucesivamente. Nuestro aprendizaje como dice Solón, no tendrá fin; por eso nos recomienda instruirnos mientras vivamos.

No obstante, por mucho que creamos saber, si somos capaces de no encumbrarnos, comprobaremos que a la postre, no sabemos nada. ¿Volvemos al principio?. Decía Jorge Luís Borges que antes de releer una obra suya que se leyera a otro autor. Pero para llegar a conocer a un autor, quizá con una sola lectura no seamos capaces de lograrlo; habría que releer. En la inmortal obra de Miguel de Cervantes “El Quijote”, a cada relectura iremos descubriendo cosas que en las anteriores no vimos; es un libro siempre por descubrir.

La capacidad de asombro.

Mentalmente una persona es vieja cuando pierde la capacidad de asombro. Si perdura en nosotros la virtud de asombro que se da en los niños y jóvenes, estaremos en disposición de seguir aprendiendo. Y volvemos a Solón.

Nuestra vida será una constante búsqueda de la verdad. Para encontrar la verdad, nuestros viajes a la fuente serán frecuentes, no con cántaro que se pueda romper, sino beber directamente de ella.

Hoy que vivimos en la era de las telecomunicaciones, la posibilidad de ir aprendiendo no resulta complicada, tenemos a nuestro alcance infinidad de medios. Por otro lado, la adquisición de libros no es costosa en exceso. Es cierto que los libros serios son más caros que aquellos que transcurrido un tiempo no tienen valor ninguno.

Escepticismo.

Si no damos nada como totalmente cierto cuando nos referimos a cosas humanas, la búsqueda de la verdad se hará eterna en nosotros. Sin embargo, seguiremos prestando atención a aquellas personas que consideramos sabias. No porque lo digan ellas mismas, sino porque nosotros las consideremos como tales.

La historia funciona como criba. Solo aquello que es realmente importante se conserva en el tiempo. Tanto para bien como para mal; entendiendo como malo todo aquello que atente contra la dignidad de la persona.

Las filosofías occidentales están orientadas hacia el exterior; primero aprenderemos para conocernos dentro de lo posible a nosotros mismos, una vez nos situemos dentro de un espacio, estaremos en disposición de proyectarnos hacia el exterior. Platón fundó la Academia y Aristóteles el Liceo. Y Pitágoras nos dice: “Educad a los niños y no habrá que castigar a los hombres”. El pensamiento debe ser global aunque nuestra esfera de aplicación sea local. Todo forma parte del todo.

Causa y efecto.

Nuestras acciones darán lugar a unos efectos, de nosotros dependerá que estos sean para bien o para mal. Como decíamos antes, entendiendo malo aquello que atente contra la dignidad de la persona.

Si nuestro planteamiento es global, desecharemos aquellos postulados que beneficien a unos pocos en detrimento de los muchos. En estas estamos cuando al siglo XVIII corresponde la contemplación del hombre como grande en todo su esplendor le sigue el romanticismo que lo acota a lo estrictamente local. Su efecto da lugar a ciertas perversiones.

Cuando nuestro planteamiento sea global, seremos capaces de aceptar al diferente. Personas que no son ni mejores ni peores que otras, son diferentes. No en balde la primera vez que aparece la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, es en la Revolución Francesa.

La Revolución Francesa fue el efecto de los postulados de los principales filósofos que partiendo del Renacimiento llegan al súmmum con la Ilustración.

Aun así, vemos que una persona sola no ha sido el que ha dado la entrada, sino un conjunto de ellas. Son esas personas que muestran a la sociedad un camino que esta acepta o rechaza.

Coetáneo de Luis XIV de Francia, es Charles-Louis de Secondant, Barón de Montesquieu. Y Montesquieu escribe su obra cumbre: “El espíritu de las leyes”. Nace con Montesquieu la separación de poderes en contraposición al Rey Sol que decía: “El estado soy yo”. Luego, es Montesquieu el filósofo más influyente en todos los posteriores de la Ilustración.

Generalmente tenemos un recuerdo agradable de nuestros primeros maestros. Éramos niños y nos fascinaba lo mucho que sabían. Luego que transcurre el tiempo y analizamos el conocimiento que pudieron tener, reparamos que quizá era bastante escaso. La cosa estriba en que en aquellos momentos nosotros reconocíamos que aquellos maestros eran los depositarios del saber. ¿Qué nos ha hecho cambiar tanto que no reconocemos a los maestros actuales? Y volvemos a Solón. Lo que nos toca en la vejez es separar el grano de la paja. Saber quién es digno de ser tenido en cuenta y una vez que lo sepamos, tomar aquello que nos reporte al menos la satisfacción de beber de tan importante maestro.

Se dice del hombre ser el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, si nos quedamos con solo dos veces, es que nos queremos mucho. Nuestros tropezones se pueden estar dando de continuo, lo digno es levantarse a cada tropezón y seguir caminando. Quizá nos sintamos heridos en nuestro amor propio, dependiendo del amor que nos tengamos a nosotros mismos, será más llevadero o menos. Lo necio sería pensar que vamos a tropezar solo dos veces. Hubo quien dijo de los errores de juventud que lo malo es no poder repetirlos, cometeremos los mismos errores, pero ya no serán de juventud.

Una cosa preocupante en muchos viejos, es que nos creamos indispensables; pues todos somos necesarios y nadie es indispensable. Debemos poner lo que sepamos al servicio de otros que vienen detrás, ponerlo, no imponerlo. Y es que debemos dar la oportunidad a los que vengan detrás de equivocarse como nosotros nos hemos equivocado. Lo que al joven le falte en experiencia, lo suplirá con su empuje.

Niños y jóvenes son el futuro, los viejos el pasado. Debemos conocer la historia al menos para no repetirla. En lugar de contar a niños y jóvenes lo bien que salimos de un lance, contemos donde nos equivocamos; aquella vez que salimos trasquilados.

Los tiempos son cambiantes, pero menos de lo que creemos. ¿Qué son dos milenios en la evolución humana?, es un simple pestañeo dentro del conjunto de la evolución. Otra cosa es que neguemos la evolución. Unos dos mil quinientos años nos separan de los grandes filósofos griegos, muy poco tiempo. Es por esto que sus planteamientos sean tan vigentes hoy como el día que los expusieron.

El Homo Sapiens es la especie Homo a la que pertenecemos los actuales pobladores del mundo. Es el hombre que tiene la capacidad de raciocinio. Capacidad, no certeza de que la use. Y aquí debemos volver a Sócrates y a la mayéutica. Valoramos mucho más lo que hemos conseguido a fuerza de tesón que aquello que se nos dio gratis. Por ello, el método educativo no se debería quedar en transmitir unos conocimientos, sino que el educando y a fuerza de razonar los descubra. En este sentido se orienta el método educativo de Célestin Freinet y en su obra “La educación por el trabajo” lo pone de manifiesto. El maestro, ha de educarse para serlo; partiendo claro está de una vocación docente. Lo malo es que el profesor ha sustituido al maestro; es un mero transmisor de conocimientos. El maestro ha de serlo desde que se levanta hasta que se acuesta.

Magisterio.

Maestro; una de las palabras más bellas de un idioma si se valora en lo que vale.

El maestro ha de sacar del aprendiz lo bueno que este tenga. Y es que hay personas que son negadas para una materia y pueden sobresalir en otras. ¿Acaso es más necesario el arquitecto que el albañil?, para que el edificio se realice, los dos son necesarios. Habrá personas que estén capacitadas para el diseño del edificio y quizá con una paleta sean nulos totales. El oficio de albañil, también ha de aprenderse.

Donde no cabe duda de la importancia del maestro, es en la universidad. En el Renacimiento, aquellos que destacaron no se quedaron en una sola disciplina. El catedrático debería ser un humanista. Lo que ocurre es que el humanismo ha dejado paso a la exclusividad en una materia y fuera de ella el docente está perdido. No debería bastar con impartir una clase magistral. Cuando el catedrático se convierte en un ser inaccesible para sus alumnos, cuando se encumbra, cesa su magisterio. Porque ha ocultado la fuente.

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