La España de Campofrío nos hundirá en la miseria
Eldiario.es.-Iñigo Sáenz de Ugarte
20/12/2012
Georg Pieper es un psicólogo alemán que sabe de
traumas. Considerado un experto en el tratamiento del estrés
postraumático, acude cuando se produce una catástrofe en Alemania
para atender a los supervivientes. Viajó también a Noruega tras la
matanza protagonizada por Anders Breivik. En octubre, visitó Grecia
para dar conferencias a especialistas locales y lo que vio le dejó
profundamente impactado. Ciertas palabras terminan perdiendo su
significado por repetidas: crisis, pesimismo, recesión. Para Pieper,
lo que está ocurriendo allí es algo más. Tiene todos los rasgos de
un trauma colectivo.
Una sociedad puede sumirse en una
profunda depresión, no sólo en términos económicos. Corre el
riesgo de perder la capacidad de sobreponerse a las dificultades, de
rebelarse contra las injusticias, de ser capaz de admitir los errores
cometidos y obrar en consecuencia. A partir de ahí, cualquier cosa
puede ocurrir.
No hay que dejarse llevar por la
desesperación, pero negar la realidad sólo puede servir para sufrir
una recaída posterior aún más dolorosa. La campaña promovida
por la empresa Campofrío –con el eslogan #elcurriculumdetodos–
es un ejemplo de manual de ese voluntarismo que tanto gusta a la
gente. Somos un gran país y todo se solucionará más pronto que
tarde. Si los de fuera cuentan que nos hemos quedado en los andrajos
es sólo porque son unos envidiosos.
Es una respuesta muy habitual en la
propaganda de regímenes autoritarios. Cuando ocurre en una
democracia, hay motivos para preocuparse aún más.
No podemos extrañarnos. Esa actitud
es marca de la casa en los políticos españoles, y no es sino el
reverso del triunfalismo con que nos regalaban los oídos no hace
muchos años. La euforia desmedida de Aznar y Zapatero se convirtió
después en el voluntarismo vacío de Zapatero (versión postmayo
2010) y Rajoy. Las dos actitudes no son tan diferentes como parece.
Es difícil pensar en un ejemplo más
redondo de humor negro, casi descarnado, a cuenta de la terrible
situación económica española. Lo malo es que la intención no
era esa, y mucha gente lo ha valorado y lo ha compartido como el
mensaje de optimismo que todos necesitan. El guión adjudica a los
artistas frases sencillamente hilarantes porque pueden interpretarse
desde el orgullo o desde la vergüenza. Todos van recordando los
muchos motivos de los que los españoles pueden presumir.
Siete premios Nobel. No es que eso
nos coloque en una posición de dominio. Trasplantes. Eso es cierto.
Idiomas. ¿Idiomas? No será por el inglés. Ah, se refieren a los
otros idiomas de España, esos que el PP suele contemplar con
desconfianza. Cuando aparece la mención al AVE, ya está claro que
el guionista ha perdido la cabeza. "El tren de alta velocidad.
Que se lo hemos vendido a los chinos" (?), dicen dos humoristas.
¿Será todo esto una colección de chistes? Acto seguido, la
generación del 27, el Quijote y Velázquez. Y por esto último no ha
habido que pagar nada en los últimos años. "Infraestructuras,
que aquí tenemos aeropuertos para aburrir". ¿Presumimos de
haber levantado las obras públicas que pagamos con dinero de los
bancos alemanes en la época del dinero fácil? ¿Los españoles
deben levantar el ánimo al ver las pistas vacías del aeropuerto de
Castellón o la estatua en honor al cacique local?
De eso se trata, de levantar el
ánimo. Con todas esas aportaciones, Fofito escribe la lista de
éxitos. Y es al final cuando ya no podemos hablar de humor negro. El
nivel de sarcasmo es ya excesivo, inhumano. No pueden estar
intentando burlarse de jóvenes y ancianos.
Resulta que tenemos que presumir (va
directo a la lista del orgullo) de que estamos expulsando a los
jóvenes porque aquí no hay nada que hacer: "No te olvides de
los jóvenes que exportamos, la generación más preparada de la
historia". No se exporta a las personas. No es ningún
motivo de satisfacción perder a las personas cuya educación has
pagado con fondos públicos. Y pasan al lado unos jóvenes y, en vez
de reaccionar con la lógica violencia tras escuchar algo así porque
el país en el que quieren vivir es un páramo y no tiene nada para
ellos, se giran y dicen: "Pero volveremos". Quizá, pero no
se irán con una sonrisa en los labios ni sabiendo cuándo
regresarán.
Luego, no falta la referencia
elogiosa a los abuelos "que con su pensión están
sosteniendo a sus hijos y sus nietos". WTF? ¿Pensiones de 400,
500 y 600 euros están pensadas para mantener a tres generaciones
diferentes? Ese es el progreso del que debemos sentirnos satisfechos.
La España de Campofrío es la
España de la que hay que huir corriendo. La que se queda
ensimismada con las glorias del Siglo de Oro. La que arruinada, como
los viejos hidalgos, se siente obligada a continuar aparentando que
todo va bien, que es una privilegiada por vivir bajo el sol de
España. La que no cree que haya que cambiar nada porque todo
terminará solucionándose como por arte de magia. La que antes
rezaba a la Virgen –y ahora también en el caso de la ministra de
Trabajo– y actualmente ni siquiera eso.
"Es inadmisible que hace diez
años se hablara del milagro español, y ahora nos saquen en la
prensa internacional comiendo del cubo de basura", dice la
directora creativa de la agencia de publicidad autora de la campaña.
Ajá, el contubernio contra España, "que si a nosotros nos
honra, a ellos les envilece". El ABC llamó "una campaña
de la prensa anglosajona contra España" a los artículos de The
New York Times sobre la crisis. Rita Barberá ha tocado la misma
tecla nacionalista y patriotera con ocasión de un reportaje reciente
emitido por la BBC: "Parece que a los británicos les molesta
nuestro progreso", ha dicho la alcaldesa de Valencia, la capital
de la comunidad del bono basura, y ya sabemos que no es la única.
Lo de siempre, nos envidian por lo
que somos. Norteamericanos, franceses, británicos, alemanes... El
hidalgo no tiene que afrontar la realidad, puede seguir trampeando a
la caza de la comida suficiente para sobrevivir, alardeando de lo
bien que se vive en su país. Lo que ha pasado es culpa de todos y
por tanto no es culpa de nadie. Que siga la fiesta. Como diría
Rajoy, este país está lleno de españoles. ¿Qué puede salir mal
aparte de todo?
BOLA EXTRA: ¿De qué me suena esta
campaña? ¿No la hemos visto antes? Pues claro. Se llamaba "Esto
lo arreglamos entre todos".
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