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martes, 15 de octubre de 2013

Desde el principio de los tiempos, EDITORIAL del Nº 18 de @AlkaidRevista

Pilar Iglesias Torre 14 de octubre de 2013 22:39
EDITORIAL del Nº 18 de @AlkaidRevista: http://www.alkaidediciones.com/revista_18.html

Desde el principio de los tiempos, fue posible ir añadiendo nuevos  epígrafes como círculos concéntricos al ecosistema del conocimiento de la realidad, gracias a la actitud de constante cuestionamiento del saber del momento. Esa inquisitiva sed de preguntas y respuestas, ese escepticismo, fue hilvanando a lo largo de milenios una compleja red de conceptos sobre los que se pudo construir poco a poco la cosmogonía abierta y retroalimentada del universo de la sabiduría.
Gracias al encaje de ese léxico científico, generación tras generación, a lo largo y ancho del planeta, la humanidad ha ido impregnando su horizonte con las claves precisas para su maduración y comprensión del hombre y de su entorno. Cada eslabón impreso en la taxonomía de cada presente renovado, fue permitiendo el tejido de un holograma de inimaginables facetas desde allá, cuando a alguien se le ocurrió por vez primera tallar una lasca de piedra para ayudarse a partir un alimento.

Así fue desde el comienzo, y así seguirá siendo en todos aquellos lugares en los que la esencia del hombre pueda desarrollarse: esa curiosidad genómica que nos lleva a levantar la vista.
Sí, así fue en cada una de las civilizaciones del globo terráqueo. También aquí, en nuestro país. También....hasta ahora.

En esta primera década del siglo XXI, gracias al esfuerzo personal y colectivo, los 47 millones de habitantes que constituimos España, somos la generación más formada de nuestra historia particular. Tenemos talento en todos los sectores del conocimiento y los cimientos estructurales necesarios para poner en valor todo ese capital humano.

Mas, hete aquí que, fruto de poderes opacos esclavos de intereses desconocidos, asistimos al desmembramiento del tejido científico y productivo del país en una maniobra paulatina e inexorable. Asistimos al desmantelamiento consciente de la destrucción de un presente y un futuro, en el que los frutos de la ciencia puedan generar un modelo productivo diferente que conviva con aquellos existentes en otros países.

Los equipos que requieren décadas para su óptimo rendimiento, se ven abocados a la desaparición. Sus proyectos abandonados y los investigadores impelidos a la emigración llamados por países deseosos de aprovechar su bagaje acumulado.

Al margen del impacto emocional personal en los investigadores ya formados, esta hemorragia desangra la potencia innovadora de nuestra sociedad condenándonos a una anemia económica y madurativa.

En la penumbra de las sombras, el murmullo de los trífidos serpentea vampirizando nuestro recurso social más estratégico. Que no sea la ignorancia o el miedo los que paralicen nuestra voz y nos veamos en la tesitura de tener que responder a nuestros nietos cuando pregunten: "¿Qué hiciste tú para detener ese sinsentido?¿Qué hiciste entonces para que yo me encuentre ahora así?".
 

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