Los Despachos.

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lunes, 25 de junio de 2012

Destitución No Es. "Es Un Golpe de Estado"

 
La destitución del presidente paraguayo Fernando Lugo inaugura un golpismo de nuevo cuño en la región. Los miembros del Mercosur se reunirán este jueves en Mendoza para evaluar las posibles sanciones al nuevo gobierno. 
 
Sobre la medianoche del viernes un grupo de personas del barrio de Asunción Santo Domingo de Lambaré salieron a la puerta de sus casas para dar la bienvenida al vecino que retornaba a su morada, una coqueta casa con techo de madera a dos aguas. Fernando Lugo bajó apenas unos segundos de un auto elegante y con vidrios polarizados junto al ex jefe de gabinete Miguel Ángel López Perito y devolvió el saludo. Unos metros atrás, un ayudante de Lugo cargaba con dos bolsos pesados que trasladan pertenencias del ex jefe de Estado. La escena duró unos segundos. Algún niño de ese barrio asunceño, quizás, habrá pensado que una persona querida por sus padres volvía a vivir a su misma cuadra. Sin embargo, en Paraguay, y Latinoamérica, esa mudanza sintetizaba el retorno de los golpes de Estado a la región.

Pero, el bloque suramericano no se quedará de brazos caídos. La provincia de Mendoza será, dentro de cuatro días, el escenario central donde los jefes de Estado democráticos de la Cuenca del Plata decidirán qué medidas políticas tomar ante el golpe parlamentario paraguayo. En principio, la provincia andina iba a ser el territorio anfitrión de una nueva Cumbre del Mercosur. Incluso, paradojalmente, los presidentes habían decidido que en esa cita se tenía que acelerar el ingreso de Venezuela al bloque regional y destrabar, con algún mecanismo institucional, la persistente negativa del Congreso guaraní al acoplamiento del gobierno bolivariano a la Unión Aduanera del Cono Sur. Ahora, finalmente, los primeros mandatarios Cristina Fernández de Kirchner, Dilma Rousseff y José Mujica –con el anunciado apoyo de los demás países de la Unasur– deberán instrumentar un nuevo contragolpe político contra un Poder Legislativo vecino que no sólo vetó a la “Venezuela roja de Chávez” sino que también instrumentó un express e inédito putsch contra un presidente constitucional, el obispo tercermundista Fernando Lugo. Recapitulando, la temperatura de la invernal Mendoza no tendrá un correlato climático en la Cumbre de Presidentes, que se prevé tórrida y agitada.

Finalmente, ¿qué puede hacer el proceso de integración regional para cercar el golpe paraguayo? En principio, si bien el bloque Unasur cuenta desde hace dos años con una “cláusula democrática” en su estatuto oficial que permite a sus países miembros intervenir en situaciones destituyentes, el menú de acciones a desarrollar es tan amplio como difícil de instrumentar. Hasta el momento, según declaraciones de Rousseff y de sus pares ecuatoriano y venezolano, es indudable que el gobierno del liberal Federico Franco será expulsado de todos los instrumentos regionales de convergencia: Mercosur, Unasur y la más reciente Celac. Pero, además, de cerrar fronteras políticas, los países miembros podrían cerrar fronteras comerciales para ahogar financieramente a una economía pequeña que se nutre, principalmente, de exportar commodities a Estados Unidos y Latinoamérica. Eso sí, la posición de Rousseff en este punto será determinante ya que los principales hacendados sojeros de Paraguay tienen nacionalidad brasileña –de hecho son conocidos en la jerga periodística como “los poderosos brasiguayos”– y, hasta por razones de vecindad, si Brasil blinda su entrada a los productos paraguayos, el PBI guaraní morirá por inanición.

En definitiva, Latinoamérica sufrió en los últimos tres años la misma cantidad de golpes destituyentes. En Honduras, un golpe militar y parlamentario derrocó a Manuel Zelaya; dos años más tarde, una asonada castrense casi tumba a Rafael Correa. Ahora, fue el turno de Paraguay. De ahí, la complejidad de la situación. Desde el autogolpe de Fujimori en Perú que no se registraba una situación como está en el sub-continente suramericano. Será, entonces, la cumbre de Mendoza donde se discuta como activar medidas excepcionales ante una coyuntura única y que se pretende irrepetible.

Anatomía de un golpe. En el violento desalojo a campesinos de diez días atrás sonaron muchos tiros y hubo casi veinte muertos –entre Sin Tierra y policías–, pero el primer cadáver político fue Fernando Lugo. El ex Obispo de San Pedro intentó superar la crisis política bendiciendo el accionar policial y nombrando como nuevo ministro del Interior a un ex fiscal de buena relación con el Partido Colorado. Es más, Lugo venía tendiendo puentes con la histórica fuerza conservadora y se rumoreaba que podía pactar un frente electoral en las presidenciales del año próximo con el sector Colorado comandado por la presidenta de ese partido, Lilian Samaniego. Pero, el otro gran cacique de esa corriente, el multimillonario tabacalero Horacio Cartes –a quién la prensa progresista identifica como un hombre del narcotráfico– vetó cualquier tipo de acercamiento con Lugo y, en cuestión de horas, todos los odios parlamentarios acumulados confluyeron en un mismo fin: destronar al Obispo rojo.

Ahora, la pregunta del millón es qué puede pasar en Paraguay después de un golpe con fachada democrática. Minutos después de la destitución a Lugo, Miradas al Sur se comunicó con el principal referente por la lucha de los derechos humanos en el Paraguay, Martín Almada, quién ganó el Premio Nobel Alternativo del 2002 por haber descubierto los “Archivos del Terror”, documentación clave probatoria sobre la participación de las Fuerzas Armadas paraguayas en el Plan Cóndor. Con la voz algo temblorosa y llena de bronca, Almada se descargó vía telefónica mientras veía en el televisor del living de su casa cómo acababa la era Lugo: “Es un momento muy doloroso para el pueblo paraguayo. Acá hubo una conspiración armada por los grandes latifundistas, la Sociedad Rural y los grandes productores de soja y, fundamentalmente, por la mafia local. Se vienen momentos difíciles para mi país. Aquí llegó hace poco tiempo el ingeniero Blumberg y sus consejos de política de mano dura y tolerancia cero tuvieron todo el respaldo de la clase política. Entonces, ahora viene la criminalización de las luchas sociales”.

El testimonio de Almada puede ser acusado de pasionario pero no falta a la verdad. Si la gestión Franco pudiera anticiparse por sus designaciones ministeriales nada bueno puede aventurarse del futuro cercano paraguayo. Según denunciaron ayer las organizaciones sociales campesinas, la cartera del Interior y la Jefatura de la Policía nacional ya fueron cedidas por el nuevo Ejecutivo a “oscuros funcionarios que fueron cómplices con la dictadura de Alfredo Stroessner”.

“Lugo estaba en el gobierno pero la derecha tenía el poder. A ver, los partidos que destituyeron a Lugo –los liberales, el Partido Colorado, Patria Querida y oviedistas– son todos de derecha. Entonces, es lógico lo que paso. Lugo llegó al gobierno sin estructura política”, le advirtió Almada a Miradas al Sur en el momento exacto que la Policía desalojaba la Plaza de Armas. “Este golpe es tremendo para Paraguay”, repite, una y otra vez, Almada. No lo dice pero ni falta hace: este golpe es tremendo para Latinoamérica.

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