Los Despachos.

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martes, 24 de julio de 2012

"Alemania ó el Tiburon Feroz" Visión en Perspectiva de las Elecciones Griegas

€uropa era hija de Agenor y Telefasa, aunque otros suponen que era hija de Fénix.......


¿Euro o caos? Ése es el falso dilema con el que se quieren presentar las elecciones griegas de hoy. Mientras, en España crece la convicción de que sólo un segundo rescate podrá evitar una situación de emergencia económica en meses. Francia protagoniza, a su vez, la segunda ronda de unas legislativas que también tendrán repercusión europea. El continente vive días de máxima tensión y vértigo.

Con 3.000 años de vida a cuestas, Atenas, cuna de la democracia y la civilización occidental, vuelve a ser en 2012 laboratorio y epicentro de Europa. En las elecciones legislativas de este fin de semana, menos de diez millones de griegos decidirán con su voto mucho más que el color político del partido ganador. Toda Europa, pero especialmente su eurozona, se juega mucho. Se libra allí un duro duelo. Centenares de millones de europeos contienen el aliento.

Según las previsiones, ni Syriza (Coalición de Izquierda Radical) ni Nueva Democracia (ND, derecha), obtendrían la mayoría absoluta. ND podría intentar un gobierno de coalición con el Pasok (socialdemócratas) y Dimar (Izquierda Democrática), mientras Syriza lo intentaría con Koisy (Acuerdo Social). Nada se puede dar por cierto aún.

Estos comicios han estado altamente contaminados por la feroz campaña lanzada contra Syriza por parte de la Unión Europea (UE), el Banco Central Europeo (BCE), el omnipresente Fondo Monetario Internacional (FMI) y los desestabilizadores mercados y especuladores de toda ralea.

Todos estos poderes, defensores a ultranza de los valores ultraliberales con los cuales se diseñó la UE y su eurozona, y responsables máximos de los brutales recortes sociales que asolan el continente, han convertido a Syriza en el gran demonio europeo, el enemigo a abatir, el símbolo máximo del antieuropeísmo.
¿Su pecado?: Anunciar en su programa que no aceptarían mantener las leoninas condiciones que esos grandes poderes impusieron a los gobiernos de Nueva Democracia y Pasok para concederles a cuentagotas dos rescates envenenados por un total de 240.000 millones de euros.

Syriza reivindica que Grecia siga en el euro, pero no acepta que sus ciudadanos queden hipotecados de por vida y exige un profundo recuestionamiento sobre el modelo europeo actual, que sólo favorece las operaciones de la banca y del gran capital y no los intereses de los ciudadanos.

Es el primer planteo en toda regla contra el pensamiento único que se libra en el gran escenario europeo y proviene de una fuerza nueva, de izquierda, que entronca con el sentimiento de millones de indignados de todo el continente y desilusionados de muchos partidos, hartos de la clase política y empresarial dominante.
Sus anuncios han puesto en guardia a los superpoderes, quienes sólo proponen más disciplina monetaria, fiscal y financiera, más cesión de soberanía nacional, pero nada de avances en democratización, transparencia, carta común de derechos sociales o vigilancia estricta del Estado de bienestar, la Europa social.

Según reconoce el propio FMI, los rescates públicos a la banca privada en países como España, Grecia, Irlanda, Bélgica, Alemania, Holanda, Reino Unido, Alemania y Estados Unidos, suman ya 1,2 billones de euros. Nadie rescata sin embargo al pueblo llano, sobre cuyas espaldas se cargan las consecuencias de una crisis que no ha provocado.

Los acreedores de Grecia, que son los mismos que tienen hipotecada Portugal, Irlanda y que cada vez más hipotecarán a España y previsiblemente luego a Italia, amenazan con expulsar a Grecia del euro si no asume sus compromisos.

No descartan cerrar las fronteras internas europeas y hasta imponer corralitos para evitar fugas de capitales en el caso de que triunfe Syriza. Sin embargo, todos son conscientes de que el resto de la UE saldría también muy dañada con una ruptura en la eurozona y de ahí el margen de negociación de Syriza.

A pesar de que la UE, el BCE y el FMI han intentando focalizar todos los problemas de la eurozona en Grecia, cada vez es más innegable que ante el fracaso de sus recetas cada vez se abren más divisiones en Europa.

Crece el caso español. El rescate a la banca española por un valor de hasta 100.000 millones de euros que Mariano Rajoy obtuvo una semana atrás de los fondos europeos y el FMI –aunque se obstina en llamarlo “línea de crédito”, en vez de rescate– no consiguió el objetivo buscado. El desconocimiento aún sobre cuál será el monto definitivo que pedirá el gobierno y las condiciones que se le impondrán a cambio –el FMI ya ha reclamado más impuestos y recortes– han hecho que los mercados no atenúen sus ataques.

La prima de riesgo –o riesgo país– se ha elevado estos días por encima de los 550 puntos y el Estado ha tenido que pagar casi el 7% de interés por colocar los bonos de la deuda pública a diez años. El Gobierno admite que es “una situación límite” y se abre así la vía a un más que posible segundo rescate.

En este caso, ya no sería una inyección de capital destinado sólo a salvar a la banca, sino de un rescate en toda regla, al país, de características similares a los que se concedieron a Grecia, Portugal e Irlanda antes.
El equipo de Rajoy ni quiere oír hablar de un macro rescate, pero los números cantan, y a menos que haya un brusco cambio de estrategia en la UE en tiempo récord, España podría encontrarse en el primer trimestre de 2013 con una situación límite, al borde de la cesación de pagos.

La interesada tosudez de Alemania. En la cumbre del G-20 de esta semana en México, el gobierno español piensa insistir en que “España ya ha hecho sus deberes” y que ahora corresponde actuar al Banco Central Europeo y a Alemania, que es su principal soporte.

Rajoy entiende, como otros líderes europeos, que es el BCE quien tiene que comprar deuda pública de los países vulnerables, para no quedar a merced de los mercados.

Sin embargo, Angela Merkel ya adelantó su posición ante el Bundestag (Parlamento alemán): “No tenemos fortaleza infinita”, y volvió a rechazar la propuesta para que se emitan eurobonos y que la eurozona cuente con un fondo de garantías común.

A pesar de lanzar un discurso propio de un desinteresado mecenas, toda la UE sabe que Alemania no es precisamente un alma caritativa y solidaria. Gracias a la dura derrota que infringió a los trabajadores una década atrás, Alemania rebajó el desempleo masificando los salarios basura y ganó en competitividad, pudiendo exportar el 40% de sus productos al resto de Europa.

Se beneficia igualmente de que buena parte de los capitales que huyen de los Gipsi (Grecia, Portugal, Irlanda, España e Italia), se refugian en bonos de deuda pública alemanes, considerados segurísimos.

Por ello Berlín sólo paga un 1,50% de interés por sus bonos a diez años, cuando Madrid debe pagar un 7% o Lisboa casi un 12%.

Alemania tiene demasiadas razones internas para mantener su total inflexibilidad.

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