Cómo
y porqué la LOMCE empeora la LGE de 1970
César
Arenas Vázquez | Si en 1970 la reforma
educativa se hizo para mejorar la productividad de una economía en
expansión, ahora, con un proyecto de salida de la crisis basado en
la devaluación competitiva, vender más en el extranjero,
compitiendo en precios, basados en salarios bajos, nos devuelve a una
sociedad todavía más desigual, el ya llamado modelo Eurovegas, en
la que podría parecer que no tiene sentido formar, aún más, a la
generación más formada de la historia, para que acabe emigrando.
nuevatribuna.es
| César Arenas Vázquez | 25
Abril 2013.
España fue,
durante todo el siglo XIX y la mayor parte del XX, un país atrasado.
Ese atraso se apoyaba en una estructura social, desigual e injusta,
dominada por la Iglesia y los grupos sociales rentistas, que, en el
ámbito educativo, habían organizado una red escolar diferenciada de
la escuela pública, en la que se socializaban las clases inferiores.
Era la época de la Ley Moyano de 1857, vigente hasta 1970, en la que
los intentos de modernizar sociedad y escuela, toparon con la “Santa
Alianza” clerical conservadora, que oponía a la modernidad los
mismos principios que ahora: segregación y clasismo, privatización
y confesionalidad.
Más tarde, a
mediados del siglo XX, el franquismo, para salir de la crisis a la
que le había llevado la autarquía, va a permitir la entrada
masiva de capital extranjero. El nuevo modelo de sociedad resultante,
más industrial y urbano, necesitará de una escuela que ayude al
capitalismo español a integrarse en la economía europea,
invirtiendo en cualificación de la mano de obra para aumentar en
productividad, y mejorando la igualdad de oportunidades en el sistema
educativo, para dar legitimidad al régimen.
De esa manera,
en 1970, con la promulgación de la Ley General de Educación y la
puesta en marcha de la EGB, se extiende una única enseñanza
obligatoria hasta los 14 años para el conjunto de la población,
aplazando así la bifurcación entre el itinerario que llevaba a la
enseñanza superior y el que abocaba directamente al mercado de
trabajo, lo que democratizaba el acceso a la enseñanza secundaria y
la Universidad, y obligaba, de paso, a iniciar un plan de
construcciones escolares. Además, al diversificarse el alumnado,
tuvieron que cambiarse los contenidos y métodos de enseñanza, para
adaptarse a un público que había dejado de ser homogéneo.
El balance de
la evolución del sistema educativo en los 33 años transcurridos
desde entonces, es agridulce: ha aumentado la inversión, el número
de centros públicos y de profesorado, han bajado las ratios de
alumnado por aula, se ha ampliado la escolaridad obligatoria a los 16
años y multiplicado la escolarización en Infantil,
Bachillerato, Formación Profesional y Universidad. También han
mejorado las metodologías didácticas y la formación del
profesorado.
Sin embargo, y
precisamente porque la Ley de 1970, implicaba, para las élites,
menos segregación de las clases inferiores y más “igualdad de
oportunidades” en la ascensión social, aquellas temieron que sus
hijos no fuesen a heredar automáticamente su posición. Eso les
llevó a presionar para que se consolidara una red escolar paralela,
diseñada de tal manera que la enseñanza privada cumpliera un papel
diferenciador, y lograron que se subvencionase la EGB en los centros
en los que se educaban sus herederos.
Pocos años
después, en 1975, muere Franco, se produce la llamada Transición
democrática, y el PSOE va a gobernar de 1982 a 1996 y de 2004 a
2011, y, aunque en esas épocas se logra una parte importante de los
avances citados, la doble red no sólo no se va a reducir, sino que
en esos años se concertará la ESO, luego la educación infantil,
buena parte del bachillerato y los ciclos formativos. Además, y pese
a que el Estado se proclama aconfesional, los privilegios concedidos
a la Iglesia no desaparecieron sino que se vieron consolidados,
especialmente en el terreno educativo, tras los Acuerdos con la Santa
Sede de 1979, que ningún Gobierno posterior se ha atrevido a
denunciar.
El resultado
de esa creciente división, de la doble red escolar, será el aumento
de las desigualdades sociales en la enseñanza: las diferencias en
los porcentajes de titulación se hicieron mayores, dependiendo de la
clase social y del tipo de centro escolar al que se asistiera. Así,
por ejemplo, en relación con la obtención de un título
universitario, lo consigue el 11,6 % de los hijos de familias que no
tienen formación, y el 70% de hijos de universitarios. Casi 7 veces
más.
De esa forma,
incluso con leyes con intenciones democratizadoras e integradoras,
como las promulgadas con gobiernos del PSOE, las clases medias
huyeron de la escuela pública, que poco a poco se fue especializando
en la atención a los alumnos con mayores dificultades. Una escuela
para pobres, y, por lo tanto, con menor presión para invertir
en ella.
Este balance
agridulce, que constata que no se ha puesto en cuestión el poder del
bloque clerical-conservador, ni en la escuela ni fuera de ella, ni en
la primera Restauración ni en la actual, no nos impide valorar que
ahora se está desandando lo positivo del camino ya andado, para
retroceder en dirección a la escuela anterior a 1970, que cristaliza
en el proyecto educativo y de sociedad de la LOMCE, caracterizado
por:
1- Recortes
y desinversión: Si la LGE se proponía invertir, porque, como
señalan tanto la OCDE como la UNESCO, cada euro invertido en la
educación se multiplica por siete, ahora se trata de
desinvertir, con el argumento de que hemos estudiado por encima de
nuestras posibilidades. El proyecto de Ley Wert viene precedido de un
recorte en educación de cerca de 6000 millones de euros y le
acompaña la exigencia de Bruselas de recortar otros 10.000 millones
hasta 2015, hasta dejar el gasto público educativo en el 3,9% del
PIB, uno de los más bajos de la OCDE y la UE. Esos recortes
afectarán sobre todo a la equidad del sistema, al mermar la
capacidad de los centros para atender a la diversidad de su alumnado
2-Carácter
subsidiario de la enseñanza pública. Mientras la LGE reconocía la
función del Estado en la planificación de la enseñanza y en la
provisión de puestos escolares, y, por lo tanto, el carácter
subsidiario de la enseñanza privada, la LOMCE invierte radicalmente
este principio básico de todo Estado democrático (el cual,
paradójicamente, reconocía una ley franquista), consagrando la
subsidiariedad de lo público, al establecer que la
programación de la educación obligatoria tendrá en cuenta los
centros privados concertados existentes, además de la demanda
social, lo que dispensa a las Administraciones educativas de
garantizar plazas “públicas” suficientes, especialmente en las
zonas de nueva población. En Arroyo de la Encomienda (Valladolid) se
están adelantando a la Ley: como la Junta de Castilla y León no ha
construido un Instituto público en una localidad de 20.000
habitantes, el ayuntamiento ha cedido suelo a un colegio del Opus que
pretende ser concertado.
En resumen si,
en 1970, se partía de una escuela pública para niños pobres y una
red privada, paralela y confesional, que llevaba a los hijos de las
élites hasta a la universidad, la LOMCE, que tiene en su enunciado
las palabras mejora y calidad, pone las bases para retroceder más de
cuarenta años.
3-Una
escuela selectiva y segregadora. Algo semejante sucede con el
carácter selectivo y segregador del sistema educativo. Según el
Libro Blanco de la Educación de 1969, que precedió a la Ley General
de Educación de 1970, se razonaba la supresión de las dos
reválidas, que existían tras los bachilleratos elemental y
superior, como medidas para aumentar la afluencia y permanencia en el
sistema educativo de una creciente población joven. En dicho Libro
Blanco se asegura que de cada 100 alumnos que iniciaron la Enseñanza
primaria en 1951 (con 6 años) 3 alumnos culminaron sus estudios
universitarios en 1967 y que, en el curso 1965-66, la mitad de los
alumnos no superaba la reválida del Bachillerato Elemental (cursado
entre los 10 y los 14 años).
En 30 años,
tanto la LGE como las leyes posteriores, aumentaron los niveles de
escolarización a todos los niveles y actualmente el 39 por ciento de
los jóvenes, entre 25 y 34 años, son titulados universitarios.
La LOMCE, sin
embargo, implanta diferentes itinerarios destinados a frenar la
promoción del alumnado. Así, y ya a los 13 años, se podrán
agrupar a los alumnos desahuciados de aprobar la ESO, y se les dirige
hacia la nueva Formación Profesional Básica) que sustituye a los
actuales PCPIs (Programas de Cualificación Profesional Inicial) que
ya no serán una opción excepcional sino una vía masiva hacia un
callejón sin salida formativa. Mientras, en 4º de ESO, los
itinerarios priorizan la vía académica, para que los alumnos
destinados a la Formación Profesional no les retrasen.
La educación
se concibe, además, como una carrera de obstáculos (con reválidas
como la de 4º de ESO) que conseguirá que aumente el fracaso y el
abandono escolar y reducirá la igualdad de oportunidades para el
alumnado más desfavorecido, destinado a un mercado de trabajo
precario y en rotación.
Mientras, la
introducción de la FP Dual no puede traer, aquí, mejores
consecuencias que en Alemania, donde, a menudo, las empresas se
aprovechan de los aprendices para tener mano de obra barata.
4-Retroceso
pedagógico. La Escuela del franquismo, la de las 4 reglas, “la
letra con sangre entra”, “El florido Pensil” y la enciclopedia
Álvarez fue progresivamente sustituida por la educación
personalizada y las tutorías de la LGE.
Tras los
avances pedagógicos que trajo la LOGSE, la LOMCE, quiere ahora
acabar con las metodologías activas, reduciendo el número de
asignaturas y centrando la carga lectiva en unos contenidos
enciclopédicos, controlados por las reválidas. Nadie ha probado,
todavía, que más horas de clase, más deberes en casa, más
repeticiones, más autoridad del profesorado y más horas de las
materias, llamadas, fundamentales, mejoren los resultados.
Como recordaba
Ángel Pérez Gómez los estudiantes no fracasan en la escuela
por el nivel de dificultad sino, principalmente, por aburrimiento,
por la escasa relevancia de lo que se enseña en la escuela.
La metodología
didáctica de la Ley Wert da por sentado, como en el franquismo
anterior a 1970, no sólo que cualquier tiempo pasado fue mejor, sino
que los camareros y las cajeras sólo necesitan contenidos
instrumentales.
Además
reducir el tiempo escolar que fijan las CCAA, nos recuerda también
aquello del “una, grande y libre”,
5-Una
escuela confesional. La escuela del franquismo era confesional, fruto
del nacionalcatolicismo que servía la ideología a los ganadores de
la Guerra Civil. La LOMCE lo sigue siendo, resucita el carácter
evaluable de la asignatura de religión, elimina Educación para la
Ciudadanía y financia con fondos públicos la separación del
alumnado por sexos, en centros propiedad de organizaciones
fundamentalistas.
6-Una
escuela en la lógica de los mercados. Si bien la LGE estaba
inspirada por el Banco Mundial, en aquella época, y aunque fuera por
el contrapeso soviético, el capital todavía apostaba por un modelo
social de sociedad de consumo y Estado del Bienestar. En estos
momentos, sin embargo, los mercados han entrado en una carrera
enloquecida por encontrar salidas neoliberales a la crisis del
neoliberalismo. En el sistema educativo, para crear oportunidades de
negocio que ayuden a aumentar la tasa de beneficio, la escuela se
privatiza, dando parcelas cada vez mayores a la concertada, pero,
también, gestionando los centros públicos según las recetas de la
empresa privada, obligándolos a buscar financiación privada ante la
insuficiencia de la pública, estableciendo pruebas externas para
ofrecer una clasificación de colegios según sus resultados, lo que
conseguirá que las escuelas se hagan más selectivas, y rechacen al
alumnado que presenta mayores dificultades, y puede empeorar su
posición en un ranking que determinará parte de los ingresos y
favorecerá, de paso, la división creciente entre centros de élite
y guetos escolares. La nueva gestión empresarial implicará
que se reduzca la participación de la comunidad educativa,
desaparezca la capacidad de decisión de los consejos escolares, se
profesionalice a los directores, como especialistas en gestión
empresarial nombrados por la Administración, y se desregulen las
contrataciones y la propia función pública, como en el caso de los
nativos anglosajones en Madrid o el de profesores interinos en la
Comunidad Valenciana
Por todo ello
si, en 1970, la reforma educativa se hizo para mejorar la
productividad de una economía en expansión, ahora, con un proyecto
de salida de la crisis basado en la devaluación competitiva, vender
más en el extranjero, compitiendo en precios, basados en salarios
bajos, nos devuelve a una sociedad todavía más desigual, el ya
llamado modelo Eurovegas, en la que podría parecer que no tiene
sentido formar, aún más, a la generación más formada de la
historia, para que acabe emigrando. Una sociedad en la que la
educación de calidad será más cara y exclusiva, por estar
destinada a los herederos de las élites, mientras para la mayoría
de la población, con trabajos precarios, mal pagados y sin derechos,
un nivel formación elevado solo puede ser tan contraproducente como
lo fue en el capitalismo primitivo pues, una ciudadanía formada,
termina siendo crítica, y no tolerando una realidad injusta.
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