Los Despachos.

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miércoles, 22 de mayo de 2013

¿Por qué condenar a ETA, pero no a una dictadura?


presos forman palabra franco jaen 1953
Al conjunto de la sociedad española cuando se le pregunta por ETA  no le hace falta pensar, una respuesta salta como un resorte, como algo automático que no se discute, está bastante claro, el rechazo es abrumador. ¿Por qué no sucede lo mismo con la dictadura franquista y la recuperación de la memoria de los que a día de hoy, continúan vagando en las penumbras esperando ser encontrados y enterrados por sus seres queridos? Hablar de la dictadura en este país, es hablar de las élites y de la forma en la que se desarrollaron los hechos en la transición y puesto que ha pasado ya mucho tiempo desde el 78, pareciera que se ponen en duda algunos de los postulados y consensos aprobados en un clima de miedo y chantaje absoluto. No son solo memoria, son vida abierta y por mucho que  quieran petrificar la historia, en las plazas resuenan preguntas parecidas y se abren paso las palabras del escritor William Morris; “los hombres luchan y pierden la batalla, aquello por lo que pelearon se consigue, a pesar de la derrota, y entonces resulta no ser lo que ellos tenían intención de lograr, de modo que otros hombres tienen que luchar para obtener lo mismo que aquellos deseaban, aunque ahora lo llamen de otro modo.”

Cuando algo es injustificable se apela a las respuestas de manual que son siempre las mismas: ha pasado mucho tiempo, no hay que reabrir heridas, eso es cosa de los historiadores, eso no les preocupa a los españoles, dejemos las cosas como están etc… Podemos hablar de la Revolución Francesa que ocurrió en 1789, pero no de la dictadura porque no la hemos vivido, un argumento tan estúpido como insultante. Pero yo me pregunto, ¿cuánto es el tiempo estimado que debe pasar para que un acontecimiento, o unos hechos, dejen de ser recientes y pasen a considerarse históricos? ¿ETA es reciente o ya es cosa del pasado? ¿Cómo se pueden reabrir heridas cuando nunca se han logrado cerrar ni enterrar? Hoy, aquellos que ayer entorpecieron todo rasgo de avance democrático, se presentan como los abanderados de la libertad, los perseguidos por los silbatos y pegatinas que consideran tener la potestad para aleccionar moralmente al resto.

Al tiempo que hacen homenajes a miembros de la División Azul, la lumpen-oligarquía que nos gobierna, llama nazis a la gente por defender el acceso a la vivienda. Tuvo que venir la embajada alemana a quitar una placa en homenaje a la Legión Cóndor porque Alberto Ruiz Gallardón, ex alcalde de Madrid, se negó a hacerlo en repetidas ocasiones: “hay que dejar a los muertos descansar en paz” sentenciaba. “Se debe reconocer la actitud bélica de la División Azul”. En eso  ya se adelantó José Bono humillando a la lucha republicana cuando la hizo desfilar con  la División Azul, como si los motivos de unos y otros fueran iguales. Para cuándo un homenaje, un diploma, a todo un pueblo que resistió con las armas la insubordinación de militares apoyados por terratenientes; unas palabras a los presos humillados y torturados.

Los que afirman que la dictadura no es un tema de actualidad, que a nadie le importa, deciden al mismo tiempo que quitan líneas de tren a la ciudadanía, subvencionar la restauración del mausoleo de Franco en el Valle de los Caídos con 280.000 euros.  UPyD, tratando de mostrar una lejanía con todo lo que relaciona a nuestra historia reciente, se desmarca porque según su diputado Carlos Gorriarán, se discute si “se debe imponer al Estado un relato histórico como la condena oficial al franquismo. Yo me opondré”. Yo me pregunto ¿Existe una razón por la cuál los y las españolas debamos condenar a ETA, pero no a la dictadura franquista? ¿Cómo se come esto? Los que más dicen estar del lado  de las víctimas de ETA, más las ningunean al utilizar su nombre para criminalizar cualquier cosa que les critique, para ellos, son poco más que retórica  con la que señalar a quienes le plantan cara al régimen de los ladrones. La ley de Partidos no se le aplica a una gente y unos partidos que no condenan un golpe de Estado y una dictadura;  una anomalía europea cuando sabemos que sus democracias se construyeron sobre el espíritu antifascista. Las declaraciones y el desprecio a las víctimas del franquismo, demuestran lo lejos que se encuentran de la democracia. Mientras, reclaman a otros un perdón que ellos no saben ni pronunciar; por mucho que la mona se vista de rosa, mona se queda.

publico.es

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